En la sociedad, dentro de las ciencias de la
computación, la de la Inteligencia
Artificial es una de las áreas que causa más expectación. Que un sistema pueda mejorar su comportamiento sobre
la base de la experiencia y que además, tenga una noción de lo que es un error
y que pueda evitarlo, resulta muy interesante.
No obstante, la realización
del trabajo, me ha servido para darme cuenta de que la IA no es algo nuevo, lleva
décadas de estudio y está en constante evolución. La realidad es que la mayoría
de la gente, al hablar de inteligencia artificial tiende a relacionarlo con el
mundo de la robótica y, más concretamente a los robots con formas humanas,
capaces de relacionarse. Gracias a este trabajo he descubierto que no es así.
La robótica existía mucho antes de la inteligencia artificial.
Los métodos tradicionales en Inteligencia Artificial que permitieron el desarrollo de
los primeros sistemas expertos y otras aplicaciones, ha ido de la mano de los
avances tecnológicos y las fronteras se han ido expandiendo constantemente cada
vez que un logro, considerado imposible en su momento, se vuelve posible
gracias a los avances en todo el mundo, generando incluso una nueva mentalidad
de trabajo que no reconoce fronteras físicas ni políticas. Por ello, yo soy
optimista en relación al futuro siempre que se respeten los límites culturales
y éticos. Creando siempre máquinas capaces de ayudar al ser humano, de
sustituirlo en tareas desagradables, duraderas, pesadas o como complemento de
ocio.